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II Domingo del Tiempo Ordinario. 17 de enero.

Las lecturas de hoy son: 1 Samuel 3, 3b-10. 19; Salmo responsorial 39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10; Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 6, 13c-15a. 17-20; Evangelio según San Juan 1, 35-42;

 

 

De una o de otra forma, las lecturas de este domingo quieren ponernos delante del acontecimiento del encuentro con el Señor. Cuando Dios se empeña en entrar en la vida de las personas, se hace el encontradizo, se hace presente, toca la curiosidad, suscita el interés...

Hay un proceso interesante e importante en la lectura de Samuel:

Samuel es un muchacho sencillo, ingenuo, ignorante sobre las cosas de Dios, inmaduro... Pero Dios, de manera misteriosa se ha fijado en él y le ha elegido para una misión.

Samuel es un niño avezado en las cosas del templo, pero ignorante en las de Dios. Le han salido los dientes en el templo, pero no sabe desentrañar el lenguaje de Dios. Es el ejemplo de tantos y tantos niños y adolescentes que se han criado siendo monaguillos, seminaristas...

Elí es un sacerdote que ya ha perdido la finura de oído para las cosas de Dios. Se ha hecho un funcionario de tal forma, ha hecho del oficio sacerdotal algo tan externo, tan ritual, tan rutinario... que se ha olvidado de desentrañar la palabra del Señor. Necesita tres veces, para volver a recuperar su cualidad para el discernimiento.

Lo realmente asombroso es que Dios se fije en un muchacho, en un niño frágil, débil, pequeño, con una biografía llena de traumas y desequilibrios. Así es Dios. Y además quiere hacerlo, usando como mediación a un sacerdote anciano, relajado, con poco tacto para las cosas de Dios. Todo ello nos habla de que la primacía de todo la tiene la Gracia.

Vamos a pedir, con ocasión de esta lectura, por todos los niños y adolescentes que de una u otra forma se forman al lado o cerca de la Iglesia. Para que escuchen la llamada persistente del Señor y Dios se sirva de los instrumentos frágiles para hacer de mediación.

El Evangelio nos presenta otro proceso vocacional, con matices muy parecidos.

1.- Primero hay una presentación por alguien que conoce al Señor. En este caso es Juan. Aquí debemos de recordar para agradecer a las personas que de una u otra forma en nuestra historia nos han presentado al Señor: familia, escuela, Iglesia...

2.- Se produce una acogida, un deseo, una inquietud, que mueve a la iniciativa personal: los discípulos siguieron al Señor.

3.- Jesús sale al encuentro, interroga y reta. ¿Qué buscáis?... y a esa pregunta le acompaña un desafío, una propuesta, un reto: venid y veréis.

4.- Se produce el acontecimiento del encuentro. Fueron y estuvieron con él…

5.- Se comunica a otros.

Te pedimos, Señor, que renovemos nuestra vocación cristiana, sea la que sea; que rememoremos nuestra pequeña historia contigo, el origen de nuestra amistad, los pasos de nuestra vida junto a ti.

 

 

Policarpo Díaz, párroco.

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