10:48 7 de febrero. V Domingo del Tiempo Ordinario. |
Las lecturas de hoy son: Job 7, 1-4. 6-7; Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19. 22-23; Evangelio según Marcos 1, 29-39;
Las cuatro lecturas de hoy tienen una gran conexión y encierran todas ellas una profunda verdad sobre el misterio de Dios y el misterio del ser humano y cómo cuando el rayo de Dios entra en el corazón de la persona, ésta cambia radicalmente… Job vive su vida con dramatismo. En el fondo, más allá o más acá de la historicidad del personaje, Job somos todos, en la medida en que somos probados por Dios, en la medida en la que vivimos marcados por la precariedad, el sufrimiento, el infortunio. Esto lo entendemos perfectamente y —si cabe mejor— en un tiempo de pandemia como el que estamos viviendo. Job es un poderoso símbolo que ilustra el mundo del dolor y de la injusticia. Job es un personaje que nos ayuda a entrar en uno de los mayores dramas de nuestro tiempo: el mundo de las enfermedades de la tristeza: las depresiones, las crisis de ansiedad, la falta de sentido de la vida, el no saber por qué y para qué me levanto cada día… Todos conocemos gente que sufre muchísimo estas cosas: personas a las que se les hacen las noches eternas, que dan vueltas y vueltas en la cama y no concilian el sueño… Gente mayor que vive lejos de los hijos; gente joven que no tiene ninguna claridad en su futuro; gente de mediana edad que se encuentra en el paro; gente a los que se le rompe el mundo afectivo y sus proyectos familiares; gente que está vacía aunque externamente tenga todo, o gente que está vacía y no tiene donde hallar un sentido a su existencia. Hace ya más de 30 años, un grupo de música famoso, de Valladolid, Celtas Cortos, ponía en las melodías de la cultura esta realidad: A veces llega un momento en que te haces viejo de repente. Me despierto por las noches entre una gran confusión He buscado en los desiertos de la tierra del dolor Celtas Cortos: “La senda del tiempo” Disco “Gente impresentable” 1990. Job maldice dos condiciones, que después serán vividas de otra manera a la luz del misterio Pascual de Jesucristo, por el mismo Pablo de Tarso. Job maldice la vida del esclavo y la del jornalero. El esclavo que suspira por la sombra es sustituido después de la experiencia liberadora de Jesucristo por el apóstol que siendo libre se ha hecho esclavo de todos para ganar a todos. El jornalero que aguarda el salario, es sustituido en la nueva alianza por aquel que –como Pablo- le ha sido conferido este encargo y lo hace de balde, en radical gratuidad, porque su paga es precisamente participar de los bienes del Evangelio. Pero este trocito de Job también está en conexión directa con el Salmo y con el Evangelio. Con el salmo, porque aparecen en él las respuestas a las preguntas de la noche oscura de Job: El Señor venda los corazones destrozados. Y esta es también la tarea de la Iglesia, la tarea de nuestras parroquias, la tarea de nuestros grupos. O asumimos esa tarea, o estaremos mirando para otro lado. Y la conexión con el Evangelio también es clara, porque por un lado aparece una misteriosa fiebre que tiene postrada a la suegra de Pedro en la cama y cuando es visitada y agarrada por Jesús, enseguida se levanta y se pone a servir. Las interpretaciones simbólicas de esa fiebre y de esa postración pueden ser muchas. ¿No estaría postrada por la humillación que puede significar la explotación de la mujer en una sociedad machista, que no valora nada el trabajo de la mujer? ¿No será esa fiebre un símbolo de las muchas fiebres que nos atacan cuando nos sentimos inferiores, cuando nos sentimos infravalorados, cuando nos sentimos criticados, cuando nos sentimos no lo suficientemente queridos? Pero hay muchas más fiebres: las fiebres de las ideologías, las fiebres de recordar un pasado con la nostalgia y la tristeza de cualquier tiempo pasado fue mejor… ¿Cuál será la fiebre de la suegra de Pedro?, ¿Cuál es tu fiebre?, ¿Qué te hace sufrir?, ¿Qué te postra?, ¿Qué hace que estés caído? Pero, por otro lado, aparece la consecuencia de la acción de Jesús: la visita, la toca y se levanta y se pone a servir. Es una pista grande de la praxis terapéutica de Jesús: un signo de curación es el servicio. ¿Cómo vives tu vida de servicio a los demás? ¿Como una gratitud a Dios por las intervenciones en tu vida, o lo haces como una pesada carga? Muchas más cosas podríamos valorar de este Evangelio, este precioso resumen narrativo de la vida de Jesús, pero como síntesis. 1. ¿Qué me tiene postrado? ¿Cuál es mi fiebre? El tener, el placer, el acumular, la sed de éxito, la nostalgia del ayer? 2. ¿Siento al Señor como el que venda mi corazón destrozado? 3. ¿Asumo yo mismo como misión propia el servicio a los demás y el servicio de ser prolongador de la actividad sanadora de Jesús, vendando yo mismo los corazones destrozados de las personas con las que convivo? Policarpo Díaz, párroco. |
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