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Nuestra meta común: Jesús

Durante el Tiempo de Adviento, un grupo de nuestra Unidad Pastoral realizó una peregrinación a Tierra Santa. Verónica Sancho de Salas, miembro del coro de la Purísima, participó en la peregrinación junto a su esposo y ahora comparte con nosotros este hermoso testimonio.

Cuando me enteré de este viaje hace 6 meses, enseguida me entró un gusanillo en el corazón con vaivenes hasta la decisión definitiva dos meses antes confirmando el viaje junto a mi marido Paco.

Ha sido una peregrinación en el que me acompañaban más de 50 personas con las que he convivido durante una semana con gestos y palabras siempre amables, con personas diversas, pero que nos unía una meta común, Jesús. ¿Hay mejor unión que está?.Por tanto un ambiente muy distinto al de la rutina diaria de nuestras vidas donde es mas fácil olvidarnos de El Nos acompañaban además tres sacerdotes, Poli, Fernando y Rodolfo que con sus diferentes personalidades y sus tan profundas celebraciones, oraciones, y explicaciones muy enriquecedoras han hecho de esta peregrinación algo realmente inolvidable, de la que todavía no he podido reponerme .

En cuanto al viaje, ha sido impresionante en emociones y sentimientos. Realmente se hizo un repaso general a todo el Evangelio. Empezamos visitando el Monte Carmelo donde se refugió el profeta Elias, Nazaret visitando la casa de María y Jose , la iglesia de la Anunciación donde realizamos una Adoración nocturna al Altísimo sobrecargada de emoción, preciosa ,inolvidable.

Visitamos Cana donde Paco y yo renovamos nuestro votos matrimoniales y como él dice una corriente traspaso nuestras manos entrelazadas. Multitud de sitios celebrando la misa diaria, recordamos las palabras y milagros de Jesus, en Cafarnaún, Jericó, lago Tiberíades, monte de las tentaciones, Iglesia de la Transfiguración, de las Bienaventuranzas, el Rio Jordan donde nos rebautizamos, Qunram, al lado del Mar Muerto, donde estuvo oculta la Palabra de Dios.

Últimos días en Jerusalén donde la emoción fue desbordante, recordando toda la Pasion en los distintos lugares, Getsemani con una representación de la Pasión por parte de Miguel Ángel, uno de nuestros jóvenes acompañantes, muy sentida. Participativa Eucaristía en el Cenáculo, con cariñosas collejas a franciscanas incluidas. Vía Crucis por Jerusalén tan distinta a la realizada en nuestras comunidades por el gran bullicio que teníamos alrededor pero ¿no fue así como lo vivió Cristo con insultos, desprecias y escupitajos? ¡Que gran humillación!

Y por último el Santo Sepulcro donde nos adherimos a una procesión a cargo de los franciscanos preciosa y subida al calvario donde con gran emoción tocamos la piedra donde se incrustó la cruz.

Fueron muchos más los lugares visitados y todos muy emocionantes pero hay uno que todavía se me clavó más y fue visitar la ciudad de Magdala y su iglesia, la posible ciudad de María Magdalena ,descubierta a tan sólo un metro en profundidad al lado del mar de Galilea, con la sinagoga donde muy posiblemente predicó Jesús y la capilla que, como dijo Poli, cuenta con el presbiterio moderno mas bonito que ha visto , donde el altar es una gran barca y el mástil es la cruz y detrás del altar , un cristal a través del cual veíamos el lago. Pero sobretodo lo que más me tocó fue el cuadro de la Hemorroísa en una de las salas de esta Iglesia que cubría toda una pared , por su significado; aquella mujer impura, repudiada tantos años por sus hemorragias y que con un dedo a través de muchos pies que empujaban a Jesús,intentaba tocar el manto de Jesus y que Él enseguida notó y la curó por su gran fe. Este viaje no me ha provocado una gran remoción en mi corazón pero sí creo, que como el dedo de la Hemorroísa, mi corazón se ha acercado un poquito más al manto de Jesús, y diría que ha superado a otras peregrinaciones y retiros que he realizado.

Y si el principal motivo de este viaje fue aumentar mi fe (y de paso la de mi marido), entendiéndola como tal, ese arduo camino de amar o intentar amar a Dios sobre todas las cosas, tarea que dura mas que toda una vida , con esta peregrinación y repito que gracias también al ambiente creado por todos mis compañeros de viaje, he podido dar un pequeño saltito más hacia esta meta.

Por último agradecer a mi marido Paco por acompañarme, por estar cariñosamente atento y porque se que muchas celebraciones, han sido compartidas en emociones y sentimientos. Posiblemente esta peregrinación supondrá cambios fructíferos para ambos.

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