Noches de Pan y Luz. Guion de la oración del 22 de julio de 2021

Atención: por favor, no reproduzca el vídeo si se encuentra en la iglesia. El sonido puede molestar a otras personas. Gracias.

Testimonio de Auxiliadora Velasco Marcos: "No importa a lo que te enfrentes en la vida. Nunca te sueltes de las manos de Dios"

Lectura del libro de Isaías (49, 14-17)

Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado. ¿Puede acaso una madre olvidarse del niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré. Mira te llevo tatuada en mis palmas.

Reflexión: Ante la sensación de vulnerabilidad

Muchos de nosotros nos hemos acostumbrado a un mundo más o menos estable o seguro, en donde la vida es bastante predecible. Casi nos creíamos inmortales. Ahora todo parece estar cayéndose a pedazos: las seguridades con las que siempre hemos contado ya no están, un simple virus nos ha encerrado en nuestras casas, y estamos expuestos como nunca a fuerzas que no podemos controlar en absoluto. Las personas temen por su salud, tanto física como psicológica; por sus familiares y amigos, especialmente los mayores y los más débiles, por sus trabajos, su seguridad económica y muchas otras cosas más. Y en medio de esta realidad nos hacemos algunas preguntas:

• ¿Dónde está Dios en medio de todo esto?
• ¿Nos hemos sentido cerca de Él?
• ¿De dónde o de quién podemos recibir consuelo y esperanza reales durante esta pandemia?

Testimonio de Eva María Bermejo Esteban: “De la fragilidad a la gratitud”.

Lectura de la Segunda Carta a los Corintios (12,10)

Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Preguntas para la reflexión:

• ¿Somos conscientes de nuestra fragilidad?
• ¿Somos capaces de dar gracias a Dios por nuestras debilidades y flaquezas?
• ¿Sentimos a Dios en los demás y el cuidado que hacen de nosotros?

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Testimonio de Francisco Vara Hernando: “Anda, haz tú lo mismo”

Lectura del Evangelio según San Lucas (10, 25-37)

En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo». Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».

Reflexión:Al enfrentarnos al dolor y al sufrimiento

La experiencia humana y la medicina básica nos enseñan que el dolor tiene un papel importante en nuestra vida. En primer lugar, el dolor nos advierte del peligro. Cuando algo nos duele, en especial el dolor físico es porque algo va mal, algo en nuestro organismo no funciona y hay que chequearlo. El dolor nos pone sobre aviso. Pero hay otro tipo de dolor a un nivel todavía más profundo, son las pruebas de la vida que nos hacen más fuertes y nos dan esa resiliencia y fortaleza ante el sufrimiento que va forjando nuestro carácter. Y ahora, como cristianos, pensando en todo el dolor y sufrimiento que la pandemia nos ha traído y cuál ha sido nuestra respuesta y nuestro compromiso:

• ¿Cómo hemos gestionado nosotros durante la pandemia este dolor más profundo?
• ¿Hemos huido como el fariseo o nos hemos conmovido por el dolor ajeno?
• ¿Qué es lo que más me ha ayudado a sobrellevarlo? El apoyo de los demás, la oración personal, ...
• ¿Crees que tu compromiso, con todos los que han sufrido y lo han pasado peor, ha estado a la altura de lo deberíamos como cristianos?

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Reflexión final: Si existe un Dios amoroso ¿dónde podemos encontrar ese consuelo?

El cristiano no es alguien que haya resuelto el problema del dolor y el sufrimiento del coronavirus, sino una persona que ha decidido amar y confiar en un Dios que también ha sufrido. Un Dios que se encarnó entre nosotros en la persona de Jesucristo. Gracias a la muerte y la resurrección de Jesús, los que creen en Jesús como su Señor, reciben la paz con el Dios personal que creó y sostiene el universo y sueñan con la promesa de un mundo en el que ya no habrá más sufrimiento. El cristianismo no compite con ninguna otra filosofía, ni religión, por la simple razón de que nadie más nos ofrece un perdón y una paz con Dios que se pueden experimentar en esta vida y que perdurará eternamente.

• La cuestión para todos nosotros es: ¿realmente nos sentimos salvados y perdonados?
• ¿Dónde tenemos puesta realmente nuestra confianza?
• Esta canción nos puede ayudar a reflexionar sobre nuestros miedos y esperanzas:

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