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Noches de Pan y Luz. 27 de julio

"Habla, Señor, que tu siervo escucha"

Querido amigo: gracias por unirte a nuestro encuentro de oración desde la distancia. A continuación verás los materiales (canciones, lecturas, comentarios) que hemos preparado para el encuentro de Noches de Pan y Luz de hoy, día 27 de julio. Esperamos que te ayuden a tener tu propio momento de oración en casa, o en cualquier otro lugar desde el que decidas acompañarnos.

 

Bienvenida

Bienvenidos todos a este espacio de oración y meditación que hoy lleva por título: Habla señor que tu siervo escucha. Hoy la oración va a estar centrada en tres conceptos: la noche, la escucha y la respuesta.

Empezamos con una oración para pedirle al señor que nos ayude a aprovechar este rato de plegaria, a escuchar su palabra y a ponerla en práctica en nuestra vida. Oramos todos juntos:

Ven Espíritu Santo, ilumínanos en este rato de oración y reflexión en el que queremos desconectar de todo lo que a lo largo del día nos ocupa y preocupa. Queremos dedicarte este tiempo a Ti, Señor, que seas solo tú quien ocupes nuestra mente y nuestro corazón para poder escucharte en el silencio y poner por obra lo que tú nos digas.

 

Primer momento. La noche en la vida del hombre

MEDITACION CON PREGUNTAS. Silencio reflexivo, música suave.

 

  • ¿Somos conscientes de que, en algunos o muchos momentos, nuestra vida pasa por un estado de oscuridad?
  • ¿Hacemos algo para salir de ese estado? ¿Verdaderamente queremos salir de él?
  • ¿Realmente creemos que "la noche es tiempo de salvación"?
  • ¿Nos predispone la oscuridad de la noche de nuestra alma a la escucha de lo que el Señor nos quiere decir?
  • La escucha de lo que Dios nos dice ¿ilumina nuestra noche?

CANCION Sé mi luz, enciende mi noche (el estribillo lo podemos cantar también todos)

 

ORACIÓN.Señor, ilumina mi noche. Oramos todos juntos.

Señor, en la noche y en la oscuridad que, a veces, surge en nuestro caminar por la vida, sentimos miedo, inseguridad. Ayúdanos a confiar en ti. Tú nos has dicho que estarías siempre con nosotros, aún en los peores momentos. Te pedimos que la esperanza y la confianza en Ti sean nuestra luz en los momentos más oscuros y más difíciles.

 

Segundo momento. Habla, Señor, que tu siervo escucha.

Ponemos en contexto la lectura del primer libro de Samuel. ¿Quién era Samuel? ¿Qué hacía en el templo?

Samuel fue un profeta, y el último Juez de Israel. Los Jueces en Israel eran fundamentalmente líderes civiles y militares. Samuel vivió alrededor del año 1100 antes de Cristo. Samuel era hijo de Elcana y Ana, de la tribu de Leví. Ana era estéril y pedía a Dios que le diera un hijo. Un día, visitando el Tabernáculo —el lugar donde estaba el Arca de la alianza—, prometió a Dios que, sí le concedía un hijo, le pondría a su servicio. Dios acogió la oración de Ana y, poco tiempo después, Ana dio a luz a Samuel. Cuando el niño era todavía muy pequeño cumplió su promesa y lo llevó al Tabernáculo, dejándolo al servicio del Sumo Sacerdote Elí, que era también Juez de Israel. Cuando ocurre la escena que hoy centra nuestra oración, Samuel vivía en el templo, probablemente con otros jóvenes de la tribu de Leví, para aprender los ritos que se hacían alrededor del Arca de la alianza. Fue educado por Elí y, cuando Elí murió, Samuel lo sustituyó como Juez de Israel.

 

Lectura de la escena del primer libro de Samuel (1S 3,3b-10.19)

Samuel estaba acostado en el Santuario del Señor donde estaba el arca de Dios. Entonces el Señor le llamó:
—¡Samuel, Samuel!
Él respondió:
—Aquí estoy.
Y corrió hasta Elí y le dijo:
—Aquí estoy porque me has llamado.
Pero Elí le respondió:
—No te he llamado. Vuelve a acostarte.
Y fue a acostarse. El Señor lo llamó de nuevo:
—¡Samuel!, ¡Samuel!
Samuel se levantó, fue hasta Elí y le dijo:
—Aquí estoy porque me has llamado.
Pero Elí contestó:
—No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte.
Samuel todavía no reconocía al Señor, pues aún no se le había revelado la palabra del Señor. Volvió a llamar el Señor por tercera vez a Samuel. Él se levantó, fue hasta Elí y le dijo:
—Aquí estoy porque me has llamado.
Comprendió entonces Elí que era el Señor quien llamaba al joven, y le dijo:
—Vuelve a acostarte y si te llaman dirás: «Habla, Señor, que tu siervo escucha».
Samuel se fue y se acostó en su aposento. Vino el Señor, se presentó y le llamó como otras veces:
—¡Samuel, Samuel!
Respondió Samuel:
—Habla, Señor, que tu siervo escucha.
Samuel crecía y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras cayó en vacío.

MEDITACION CON PREGUNTAS. Silencio reflexivo. Música relajante

 

  • ¿Sentimos, notamos que el Señor nos habla? ¿O su palabra se pierde en el ruido de la vida?
  • Para muchos de nosotros es aterrador estar quieto y en silencio. ¿Necesitamos cultivar el silencio para poder escuchar a Dios?
  • ¿Es la palabra del Señor para nosotros como una luz en medio de la oscuridad del mundo que nos rodea?
  • ¿Tratamos de descubrir lo que el Señor nos quiere decir en los acontecimientos cotidianos?

CANCION ¿Qué quieres de mi? Salomé Arricibita

 

ORACIÓN.

Háblanos Señor, y enséñanos a escucharte. Oramos juntos:

Señor, tú me examinas y me conoces. No está aún la palabra en mi lengua y Tú, Señor, ya la conoces. Ayúdame, Señor a saber reconocerte en la oscuridad de nuestra vida, en tu palabra, en los hermanos y en los acontecimientos cotidianos.

 

Tercer momento. Consecuencias de escuchar al Señor.

Ponemos en contexto la importancia de Samuel para el pueblo de Israel.

 

—«Habla, Señor, que tu siervo escucha» Esta oración fue el inicio del camino de Samuel como profeta llamado por Dios y de su patrón de comportamiento, pues toda su actividad estuvo regida por el trato asiduo y directo con el Señor y la intercesión ante Él por los miembros del pueblo de Israel.

Samuel tuvo una gran importancia en la historia de Israel. Durante la época de Elí como Juez de Israel, muchos israelitas dejaron de adorar a Yahveh y empezaron a hacerlo con dioses extranjeros. La situación social del pueblo se complicó mucho debido a las luchas internas, en las que participaron de forma sustancial los hijos de Elí que, ni cuidaban del tabernáculo ni de los deberes de los sacerdotes para con el pueblo. Samuel ejerció de profeta denunciando esta situación. Escucho al Señor que le dijo que iba a castigar a Elí y a sus hijos por sus abusos sobre los más desfavorecidos del pueblo. Ante la debilidad de los israelitas, los filisteos les atacaron. Tras ser derrotados los israelitas por los filisteos en una batalla en la que murieron sus hijos, Elí murió al conocer la noticia y le sucedió Samuel como Juez de Israel.

En tiempos de Samuel y bajo su guía, la mayor parte del pueblo abandonó la adoración de todos los dioses extranjeros, el pueblo se convirtió y adoraba sólo a Dios. También fue él quien ungió a Saúl, primer rey de los israelitas durante la monarquía única en Israel y en Judea. Asimismo, escuchando la voz de Dios y contra la voluntad de Saúl, Samuel ungió a David, casi un adolescente, como rey de Israel, lo que inició el periodo más brillante de la historia de Israel.

Quizás la situación de los israelitas en la época de Elí nos puede recordar la situación de muchas de nuestras iglesias, bastante vacías excepto en las bodas, comuniones o entierros, casi sin personas de mediana edad ni jóvenes, que son los que representarían nuestra esperanza de futuro para la Iglesia.

MEDITACION CON PREGUNTAS. Silencio reflexivo. Música relajante.

 

  • ¿Escuchamos la llamada del Señor para ponernos al servicio de los más desfavorecidos y denunciar las acciones de los más poderosos contra ellos?
  • ¿Corremos el riesgo que supone poner en práctica la vida profética, de anuncio y denuncia que la palabra del Señor nos pide?
  • ¿Esperamos contra toda esperanza que nuestra Iglesia sobreviva a estos tiempos tan difíciles?
  • ¿Creemos y confiamos en la acción del Espíritu Santo sobre la Iglesia?

ORACIÓN. Ayúdanos Señor, a llevar tus palabras a la vida. Oramos todos juntos:

Señor, te pedimos que nos ayudes a que la escucha de tu palabra no se quede solo en eso: escucha. Que, al igual que hizo Samuel, traslademos tu mensaje a nuestras actitudes de la vida diaria para ayudar a las personas más vulnerables, siguiendo el ejemplo de la palabra y la vida de Jesucristo.

CANCION. Háblame Señor. ¿Qué quieres de mí? (solo primera parte)

 

 

Despedida

"Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí" (Mateo 25:34-40)

Nuestra verdadera vocación de cristianos no se realiza aquí, en el templo, sino en la calle, junto a los demás hombres, poniendo las palabras del Señor por obra para ayudar a construir un mundo más justo, más feliz, centrando nuestros esfuerzos en los más necesitados: pobres, solos, marginados, rechazados, desconcertados, desilusionados, hartos de vivir, etc.

Vayámonos con la Paz del Señor a las tareas de cada día, dando gracias a Dios:

Señor, te damos gracias por habernos regalado, en esta noche de verano, un tiempo de reflexión y oración, de silencio en medio del ruido del mundo, de olvido de nuestras preocupaciones de cada día y de propósito de llevar tu mensaje de esperanza a los que más lo necesitan.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén

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