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Via Crucis "Testigos de la Pasión"


Presentación del Via Crucis "Testigos de la Pasión"


Este es el viacrucis que te proponemos para este Viernes Santo de 2020, tan especial por las circunstancias en que nos toca vivirlo. En este camino de la cruz que recorremos hoy caben todos. Cabe la gente de nuestra parroquia, de nuestra Unidad Pastoral y la de todas las parroquias vecinas de nuestra diócesis. Y las de todas la diócesis del mundo… Caben los cofrades y los que no lo son. Caben las mujeres y caben los hombres. Los que tienen fácil la vida y los que se sienten abrumados por los pesos que les han ido cayendo encima y no saben de dónde sacar fuerzas. Caben los viejos, que por ley de vida no son ya jóvenes, aunque algunos para consolarse dicen que lo son de espíritu. Caben también los jóvenes que son viejos, los que están cansados y aburridos como si hubiesen andado ya un camino largo de ochenta años. Caben, por supuesto, los que sufren, especialmente hoy los enfermos, y los que han perdido seres queridos en esta pandemia. Caben, por derecho propio, los sanitarios que se están dejando la vida en curar, en consolar, en acompañar… Y caben también los que sonríen… y los que se sienten solos y tienen ganas de llorar...

En este viacrucis caben todos, aunque un día sólo cupo uno: Jesús. Aquel fue su exclusivo viacrucis, el camino-de-la-cruz original y primigenio. Pero desde entonces todos los viacrucis de la historia se han unido al primero. En todos está Cristo, y en todos andan los otros «cristos», los hermanos de Cristo, los hijos de Dios. Cargan con la cruz; son traicionados y vejados; caen, no tres veces, sino tres mil; en unas ocasiones se levantan de nuevo y en otras quedan en el suelo extenuados; son colgados de la cruz; criticados, apaleados, juzgados, abucheados, rechazados, torturados; y Cristo va siempre con ellos. Viacrucis de Jesús, el Hijo de Dios; y de sus hermanos, los hijos de Dios. El viacrucis no es solo camino: es lugar y ocasión de encuentro. Encuentro de Cristo y sus hermanos; encuentro de los hermanos de Cristo entre sí.

Pretende este viacrucis que proponemos ser un reflejo del auténtico. Del camino-de-la-cruz que recorrió Jesús, nuestro Maestro y Señor. Un camino que no comenzó en el monte de los olivos, sino mucho antes. En su bautismo, cuando se metió en mitad de la fila de los que acudían donde Juan, Jesús comenzó a cargar la cruz —las cruces— del mundo. De su mundo, del que a él le tocó vivir.

Tenía muchas cruces aquel mundo: la pobreza y la injusticia; el rechazo de los «pecadores»; la prepotencia de los poderosos de la religión y del imperio; los gritos de auxilio de las viudas y de los huérfanos; la violencia y el deseo de venganza presente en los corazones de un pueblo siempre oprimido, siempre machacado... SE PUEDE REZAR ESTE VIACRUCIS EL VIERNES SANTO a través de whatsapp y de las redes. Se difundirán las 14 estaciones de forma espaciada a lo largo de todo el día, con el siguiente horario: la primera estación se enviará a las 00:00 horas del Viernes Santo. La segunda, a las 8:00 a.m. y, a partir de ahí, se irán enviando -una a una- a cada hora en punto, hasta las 20:00 horas en que se enviará la última.

Jesús cargó con aquellas y, a un tiempo, con todas las cruces que estaban por venir. También con las cruces del mundo que nos ha tocado vivir a nosotros. Hacer el viacrucis es, pues, ver a Cristo. Y verlo cargado con su cruz, con sus cruces, que son las nuestras. En este viacrucis, al mismo tiempo que escuches la pasión del Señor, tal y como el evangelista Lucas nos la transmitió, vas a escuchar también la voz de algunos testigos que la presenciaron en primera persona. Testigos de la pasión. María, Pedro, Pilato, una mujer, Simón...; solo hemos podido dejar hablar a catorce, porque son catorce las estaciones. Pero hubo muchos más testigos. Si tú y yo creemos hoy es por el testimonio que ellos dejaron.

Y hoy, en nuestro mundo actual, sigue habiendo más testigos. Gente que continúa contemplando con estupor, con asombro, con impotencia, con rabia, con indiferencia... la pasión de Cristo, la pasión de todos los hermanos de Cristo, la pasión de todos los cristos.

También a estos testigos queremos dejarles hablar hoy, haciéndoles un hueco de silencio en nuestros corazones. Estate atento. No te pierdas su testimonio. Probablemente lo necesitas. Además, seguro que incluso tú eres también testigo.

Como ves, lo que te estamos intentado decir de diversas maneras es que en este Viacrucis también cabes tú. Cabes en cada estación. Y en cada personaje. No pienses que eres solo el que —como Cristo— sufres. También eres el que hace sufrir. Eres Jesús. Pero también eres Pedro y Judas. La mujer que lloriquea y el Pilato que se lava las manos. El discípulo que por miedo se aparta de la cruz y el centurión pagano que conoce en Jesús al Hijo de Dios cuando ve su forma de morir. Tú eres el soldado que azota y Verónica que seca el rostro. Tú, el ladrón bueno… pero también el malo.

En este viacrucis también cabes tú. ¡No te quedes fuera mirando! Entra en nuestro camino, que es el camino de la cruz de Jesús. Y tráete tu paisaje. Porque éste no es solo el viacrucis de Jerusalén. Es también el de nuestro mundo de hoy, y el de Palestina, y el de Siria... No solo aquella ciudad, sino la aldea global —el pueblo de todos los pueblos de la tierra— se llena de tinieblas con la muerte de Jesús y espera con ansias que salga de la tumba nueva el Sol que no conoce ocaso.

Únete a nosotros. No te quedes atrás. No camines solo. Es más difícil hacer solos este camino. Disfruta del encuentro, de los encuentros. Puedes necesitar un cireneo porque tu cruz sea demasiado pesada. O —¿quién sabe?— a lo mejor te cargan la cruz de otro que tiene menos fuerza que tú…

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