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Sólo lo esencial (Cfr. Mt 6,33)

“… Dejemos de lado por un tiempo los temarios preestablecidos para centrarnos en el misterio clave de nuestra fe. De los datos técnicos de la pandemia se ocupan hasta el hartazgo los medios de comunicación, pero ¿quién enseñará a los cristianos a valorar y amar la cruz del Siervo manso y humilde de corazón?”

Jesús Andrés Vicente Domingo. Sacerdote de la archidiócesis de burgos.
(Artículo de opinión publicado en Vida Nueva 13-IX-2020)

La Cuaresma del año 2021, como todas las Cuaresmas y todos los “Tiempos litúrgicos fuertes”, son tiempos de Gracia, en las que el Señor nos invita a “entrar” en el camino de la conversión y desde unas condiciones exteriores muy cuidadas, entremos por los caminos de la oración, de la limosna y del ayuno, hacia la muerte del “hombre viejo” que todos tenemos y acompañando a Jesús en su camino de entrega, de pasión, de muerte y de Pascua, lleguemos nosotros también renovados y renacidos a la noche Santa de la Pascua con mucha alegría. Cuanta más hondura en el camino, más alegría plena en la meta. Cuanto más nos identifiquemos con el Cristo sufriente, más vamos a disfrutar del Cristo Vivo.

Este año, fruto de la pandemia que estamos viviendo, necesitamos recorrer este camino con más austeridad de acciones, encuentros y celebraciones. Ya lo vivimos así el curso pasado, pero hace un año “nos cayó como una losa”, así como “de repente”, de tal forma que lo que hace justamente un año -en el mismo mes de febrero- programábamos en todas las parroquias, cofradías, delegaciones, movimientos… teníamos que ponerle el cartel de “Cancelado” en las primeras semanas de marzo, hasta quedar totalmente confinados el 14 de marzo, en plena segunda semana cuaresma, a punto de celebrar el tercer domingo… Lo demás, todos lo hemos sufrido: suspensión de todas las actividades, del culto, de las procesiones… y un final de cuaresma e inicio de la Pascua, lleno de muertes, de ingresos, de contagios… Jamás se nos olvidará. Fue sorprendente “el paso del Señor” en medio de la Pandemia. Hizo falta afilar mucho la sensibilidad, para descubrir “la Gracia” en medio de tanta desgracia. El Papa Francisco sin duda nos ayudó mucho con sus apariciones en público: sus palabras, sus gestos, sus silencios. Jamás lo podremos olvidar.

Este año, y saliendo actualmente de lo que todos conocemos como “la tercera ola de la pandemia”, con la experiencia ya vivida en todo este tiempo, nos disponemos a iniciar de nuevo la Cuaresma. Ahora ya vamos con la “lección aprendida” … Algunos dicen, sobre todo por los medios de comunicación, que “no habrá tampoco este año Semana Santa”. Falso. Que no pueda haber procesiones no significa que no podamos vivir con hondura y profundidad el misterio de la entrega del Señor. Que no tengamos una cuaresma llena de “charlas, conferencias, retiros, quinarios, triduos, vía crucis, etc…” no significa en absoluto que no vayamos a vivir con intensidad este camino. Es más: para muchas personas la Semana Santa del año pasado fue una verdadera escuela de conversión y muchos hogares se convirtieron en centros pastorales y en templos… además de ser oficinas, escuelas y gimnasios. Las familias fueron lo que están llamadas a ser: “comunidades de amor, vida y fe”.

¿No será que el Señor nos esté llamando a lo esencial?

Si, a lo esencial, a lo verdaderamente importante, al encuentro personal con Él, al camino interior de cambio de vida, a buscar las apoyaturas del desierto, que no son excesivas ni en medios, ni en variedad, sino sólo la Eucaristía, la Palabra, la oración, el ayuno, la limosna, la penitencia…. Ni más ni menos. Sin aparato decorativo, sin muchos más artificios.

Sí, a lo esencial, a lo verdaderamente importante, que es el encuentro con la comunidad de hermanos con la que caminamos en la Iglesia, que concretamos en el grupo de fe, en la Parroquia, en la Unidad Pastoral, en la Cofradía, en la Delegación… Quizá no podamos hacer muchas cosas abiertas y públicas, pero nadie nos va a impedir que nos juntemos a compartir, aunque sea menos que otras veces o usando otras herramientas como el teléfono, el WhatsApp, o los encuentros “en línea” a través del ordenador. Sin grandes exageraciones, porque cierto es, que lo bueno es que los encuentros sean medidos, ponderados, equilibrados, para que sean deseados. La abundancia y la exageración en el uso de estas herramientas también cansa y hastía y hace que, en vez de desear el encuentro, lo que deseemos sea evitarlos.

Sí, a lo esencial, a lo verdaderamente importante, que es la salida de nuestro propio amor, querer e interés, que es ayunar, hacer limosna y encontrar caminos personales (y comunitarios) para expresar estas realidades. Salir al encuentro de los más pobres y necesitados. Salir a su encuentro, buscarlos, localizarlos…

Desde la Unidad Pastoral, y siendo conscientes de los impedimentos que estamos viviendo, por primera vez en siete años, no editamos un cuadernillo con propuestas de actividades, encuentros, eventos… Nos toca ayunar. Pero eso no significa que nuestra cuaresma vaya a ser “light” o “descafeinada”. Sólo lo esencial. Esta es la propuesta:

  • La centralidad de la Eucaristía diaria y dominical, bien celebrada, bien preparada, disfrutada.
  • La oración de todas las mañanas a las 9:40 en San Martín, antes de la Eucaristía de 10:00.
  • La posibilidad de participar en el Sacramento de la Penitencia en San Julián, todas las mañanas (de lunes a sábado) de 11:30 a 12:30 (allí existe una precisa capilla penitencial, amplia, con suficiente distancia entre el confesor y el penitente).
  • Apertura de la Iglesia de San Sebastián los jueves de 16:30 a 18:30 como espacio de oración y de acompañamiento espiritual.
  • La oración comunitaria de vísperas de lunes a viernes a las 20:30 a través de “ZOOM” (plataforma online para video-llamadas).
  • La oración de Vía Crucis todos los viernes media hora antes de la Eucaristía de La Purísima (en principio a las 18:30, siempre que la Eucaristía sea a las 19:00).

A todo este programa “de lo esencial”, iremos añadiendo paulatinamente alguna propuesta más: quizá algún retiro, quizá algún otro espacio de oración o de preparación del Evangelio dominical, desde luego alguna celebración penitencial comunitaria, etc… Poco a poco, según vayamos pudiendo en el tema de los aforos y según vayamos caminando y necesitando, iremos añadiendo alguna otra oferta, ¡no muchas más!

También esperamos las iniciativas personales o grupales, (como por ejemplo las “Vísperas” por zoom, que es iniciativa del Grupo Bíblico Israel 2012” y que les damos las gracias por haberlo ofrecido a todos los demás) que puedan ser brindadas al beneficio de todos los demás. Así construimos Unidad Pastoral y así vamos siendo cada día más una familia vida de fe y amor.

Para terminar: Es de obligada lectura el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma. Es la voz de Pedro, el pastor de la iglesia universal, y centra, orienta y ofrece unas perspectivas bíblicas, espirituales y pastorales de gran hondura e interés. Ponemos los títulos y encabezamientos principales, para estimular e impulsar su lectura y trabajo personal.

«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén...» (Mt 20,18). Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad.

  1. 1. La fe nos llama a acoger la Verdad y a ser testigos, ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas.
  2. 2. La esperanza como “agua viva” que nos permite continuar nuestro camino
  3. 3. La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza.

Del mismo modo, estemos atentos a la palabra de nuestro Obispo Carlos, a sus homilías en este tiempo. Su magisterio también es fuente segura de acierto en la centrar la mirada en lo esencial.

Y por parte de los párrocos, nos comprometemos a acompañar todo el proceso, como unos peregrinos más, caminando unas veces delante, otras al lado y otras detrás. Por favor; recordadnos nuestro compromiso de entrega y exigidnos que nos demos en cuerpo y alma a vuestras necesidades y sobre todo a las de los más pobres y necesitados. Orad por nosotros.

Feliz camino de lo esencial.

Fernando, Antonio y Poli.

Vuestros presbíteros y compañeros de camino.

Foto: Shutterstock

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