El día 19 de marzo le Iglesia celebra la fiesta de San José. Este año de una manera especial, pues el Papa Francisco convocó el Año de San José desde el 8 de diciembre de 2020 hasta el 8 de diciembre de 2021. A San José se le representa casi siempre con el niño Jesús en brazos, o cogido de la mano. En la otra mano San José lleva un bastón con una vara de azucenas. En la profecía de Isaías leemos: “Pero brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago” (Is 11, 1). Es frecuente encontrar representaciones de San José, tanto escultóricas como pictóricas, en el interior de las iglesias. Los cuatro templos principales de nuestra Unidad Pastoral no son una excepción. En San Martín (1) la imagen escultórica de San José con el niño en brazos se encuentra actualmente situada junto al ambón, presidiendo las celebraciones de cada día. En uno de los nichos del retablo de la iglesia de San Julián y Santa Basilisa (2), aparece San José con vestiduras finamente decoradas, sosteniendo al niño Jesús con su brazo izquierdo. En la mano derecha lleva la vara florecida. (Foto de Heliodoro Ordáz Gómez). En la iglesia de San Sebastián (3), la imagen de San José se encuentra elevada a un lado del sagrario. Con una mirada cariñosa San José contempla al pequeño Jesús que está de pie junto a él. (Foto de Ángel Arias). En la Purísima (4) encontramos una representación pictórica de San José en el retablo mayor. En este lienzo de un maestro italiano del siglo XVII, el niño Jesús aparece sentado en un suave cojín que San José sostiene con la mano izquierda. En la derecha lleva la vara florida, símbolo de la elección de Dios para esposo de la Virgen María. Destaca el fuerte colorido del manto entre los tonos oscuros del resto. (Foto de Óscar García). Con motivo del 150 aniversario de la declaración de San José como Patrono de la Iglesia universal, el Papa Francisco publicó la carta apostólica Patris corde (puede leerse en línea, en la web oficial de Vaticano). Con ... Leer más » |
Las lecturas de hoy son: Segundo Libro de las Crónicas 36, 14-16. 19-23; Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 2, 4-10; Evangelio según san Juan 3, 14-21; ¿Quién es el Dios ante el que estamos situados?, ¿Ante qué tipo de Dios rezamos?, ¿Quién es el Dios que hoy nos presenta la Liturgia de la Palabra? San Pablo, nos muestra un perfil impresionante de Dios.
Esta es la experiencia de San Pablo. No habla de memoria, ni de teorías que él haya escuchado. Al contrario, la memoria de su corazón y el Dios en el que él se ha educado es otro: es el Dios de la exigencia, ante el que hay que dar la talla, el Dios exigente que cuadra al creyente y le exige ir al milímetro en las obras.- De ese Dios legalista, Pablo se ha visto liberado en el camino de Damasco y en todo su proceso de conversión. Pablo descubre otro rostro de Dios: Dios amor, Dios bondad, Dios misericordia, Dios que abraza, Dios que incorpora a la gente a la vida. Vamos ahora a ver el perfil del Dios de otro gran testigo, el discípulo amado, San Juan:
Dos preguntas para tratar de responderte en este camino cuaresmal: 1.- ¿En qué Dios crees?... ¿Qué imagen de Dios tienes?, ¿Quién es Dios para ti? En ese Dios juez, castigador, justiciero, que ajusta cuentas, que está con la libreta anotando una a una nuestras malas obras…. No hablo por hablar. Muchas veces escucho a la gente en el confesionario o acompaño rezos de novenas y otras oraciones de piedad pop ... Leer más » |
Las lecturas de hoy son: Éxodo 20,1-17; Primera carta a los Corintios 1,22-25; Evangelio según san Juan 2,13-25; Jesús es un aguafiestas. ¡Ahora que el templo de Herodes está en su máximo esplendor, reluciente, monumental, magníficamente organizado, viene Jesús diciendo que, si lo destruyen –el general romano Tito lo destruyó pocos años después– Él, Jesús, podría reconstruirlo en tres días! Pero Jesús estaba refiriéndose al templo de Ezequiel, del que manarían ríos de agua viva, pura y cristalina, que regaría el desierto, lo haría florecer y sanearía las aguas salobres del Mar Muerto, convirtiéndolo en un oasis oceánico de vida. A ver, de lo que se trata es de que el Nuevo Templo de Dios es el Cuerpo de Cristo, alzado en la Cruz, del que, ya muerto, brotó sangre y agua, la misma agua de vida que manó a borbotones incontenibles en el pecho de la samaritana luego de su encuentro con Jesús, como puede leerse en el Evangelio que se puede elegir alternativamente en este tercer domingo de Cuaresma. La misma agua viva que infundieron en nuestras cabecitas el día de nuestro Bautismo y que abrió en nuestro barro una capa freática de la que mana permanentemente el Espíritu Santo. Porque nuestro cuerpo es también templo de Dios, o al menos ermita con la puerta bien abierta, para ofrecer refugio a nuestro prójimo, porque él, nuestro prójimo, es también imagen de Dios, templo suyo también, que hay que cuidar con mimo y ternura. Antonio Matilla, co-párroco de la Unidad Pastoral del Centro Histórico. |
Las lecturas de hoy son: Génesis 22:1-2, 9-13, 15-18; Carta a los Romanos 8:31-34; Evangelio según san Marcos 9:2-10; La película “La Vida es bella”, tiene una frase final muy significativa. Después de todo el drama y toda la comedia, la última frase de la misma es la siguiente: “Esta es mi historia, este es el sacrificio que hizo mi padre, este fue su regalo”. El trasfondo de la película son varios sacrificios, en beneficio de la vida de los demás. La madre sacrifica la comodidad de su vida por su esposo y su hijo. El padre sacrifica su vida y la da literalmente para preservar la vida de su hijo y de su esposa. Todo esto nos suena, porque en nuestra fe cristiana, Jesús ha sido sacrificado en la cruz para dar la vida en rescate por todos y de este modo evitar que haya que seguir haciendo otro tipo de sacrificios para obtener de Dios la Gracia. La primera lectura de hoy, nos presenta la figura de Abrahán, nuestro padre en la fe, el prototipo del hombre atento a la escucha de la llamada de Dios y pronto a la respuesta (“aquí me tienes”), hombre probado en el núcleo mismo de su corazón y enteramente obediente (Otra vez, y son dos, vuelve a decir “Aquí me tienes”). Ya sabéis la historia bíblica que nos cuenta la primera lectura del Génesis: Abrahán, en la vejez de su vida es llamado a “salir de su tierra” y de la casa de su padre, y caminar inciertamente hacia la nueva tierra. Abrahán obedece y se pone en camino. Le alumbra una promesa: tu descendencia será numerosa. En efecto, Abrahán recibe el regalo de su hijo Isaac. Pues bien, ahora, en el texto de hoy, Dios pide que lo sacrifique, que lo ofrezca como un animal en sacrificio. Dios le toca donde más le duele: tierra e hijo: las dos grandes riquezas, de las que Abrahán se despoja por obedecer. De este modo, el gesto de Abrahán es un atisbo del gesto del Padre en la Plenitud de los tiempos, que no “perdonó” a su Hijo y lo entregó a la muerte por nosotros y el gesto de Isaac sobre el altar, es anticipo de Cristo crucificado y devuelto a la vida. En la preciosa lectura de Pablo a los romanos, Pablo nos hace algunas preguntas. Si Dios está con nosotros (el ges ... Leer más » |