Las lecturas de hoy son: Libro del Exodo 24, 3-8;Carta a los Hebreos 9, 11-15; Evangelio según san Marcos 14, 12-16. 22-26; Celebramos hoy el día del Corpus Christi, el día dedicado en la liturgia a la Eucaristía. Y en este contexto, además, por doquier, celebramos muchas primeras comuniones. Nuestra vida humana está llena de presencias: unas visibles (las otras personas, la familia, los amigos, los vecinos...) y otras invisibles (los sentimientos, los recuerdos, los sueños...); unas cercanas y otras lejanas. A veces la presencia toma forma de ausencia, a veces de recuerdo. Las “presencias” nos ubican en el tiempo, en el espacio y nos fijan aún más a la tierra y a la vida. Por el mismo motivo, nuestra vida está llena de presencia de Dios. La presencia de Dios en nuestra vida histórica ha tomado cuerpo palpable en Jesús. Dios se ha encarnado en el ámbito del espacio y del tiempo de una persona concreta, de carne y hueso, que nació, vivió y murió. ¡Qué colosal misterio! Ese mismo Jesús que pasó por nuestra historia y nuestro tiempo, ascendió a los cielos. Tras la ascensión, su presencia cambia de signo, pero no de realidad. Sigue estando presente, pero ahora de otra forma. Ahora nos encontramos con Él a través de una presencia en forma de MEMORIA. Es su memoria la que nos lo acerca y nos lo hace presente, especialmente su memoria litúrgica y sacramental. Es en la Eucaristía donde los cristianos hacemos memoria de su vida, de su muerte y de su resurrección. Y la Eucaristía nos hace presente su persona de la misma forma encarnada en nuestra historia y en nuestro tiempo. Hoy la Iglesia nos pide en esta celebración reflexionar y contemplar la Eucaristía. La Eucaristía es muy rica y densa. Permitidme que señale algunos de sus significados más importantes y significativos para mí. 1.- La Eucaristía es la mesa de la intimidad, donde se reúnen los hermanos convocados por el Señor para cenar y recibir el testamento del amor, donde reposamos la cabeza sobre el pecho del maestro y donde se nos hace la confidencia de lo que Él ha recibido del Padre. 2.- La eucaristía es también la mesa de la acogida de todos los hijos pródigos que en el mundo somos y de tod ... Leer más » |
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Las lecturas de hoy son: Hechos 1, 1-11;Efesios 1, 17-23; o bien 4,1-13; o bien 4, 1-7 11-13; Evangelio según san Marcos 16, 15-20; En general no es bueno cargarse tradiciones consolidadas, lo digo por aquello de “tres jueves hay en el año que relumbran más que el Sol…” , pero sea jueves o domingo, es lo cierto que en la memoria más próxima a los hechos, la de Marcos, Jesús resucitado no es un fantasma, ni un holograma celeste, tampoco un avatar; Jesús no es un espíritu, sino Dios y hombre verdadero. De otra manera no habría podido comer con sus discípulos, ni siquiera un simple trozo de pez asado. Dicho lo cual me voy a permitir hacer una rima para captar la ironía de la Palabra de Dios: ¡Galileos! ¿Qué hacéis ahí “pasmaos” mirando al cielo? “Plantados” dice moderadamente la versión litúrgica. Quizá es que no acababan de creerse lo que estaban viendo: que la humanidad de Jesús, que es la nuestra, iba a “sentarse a la derecha de Dios”. O sea, que las cosas del Espíritu no van por donde dicen las espiritualidades de moda, sino que el Espíritu, enviado por Jesús, habita en nuestra carne como si estuviera en casa, porque lo está, y tira de nuestra carne “hacia arriba”. Dios es amor, dice San Juan y así lo experimentamos los creyentes. Pero en Jesús el Amor se ha encarnado, carne de nuestra carne, para que nosotros, los discípulos de Jesús, encarnemos el amor de Dios en nuestro corazón y en nuestro almario, en nuestra familia, en la sociedad, en los debates de la carnicería o la barra del bar, y sobre todo con los más pobres, más solos, más frágiles, porque si nuestra humanidad ha llegado con Cristo hasta la altura del Padre, podemos y debemos vivir con esperanza y confiar en el poder transformador del Espíritu de Jesús, que puede cambiarme, cambiar la Iglesia, humanizar la sociedad y dar plenitud al mundo, obra maravillosa de Dios. Antonio Matilla, párroco |
Las lecturas de hoy son: Hechos 10, 25-26, 34-35, 44-48;1 Juan 4, 7-10; Evangelio según san Juan 15, 9-17; Me voy a meter en un jardín. Disculpen de antemano la falta de rigor y las posibles inexactitudes de mi ejemplo: 1.- Todos conocemos las bondades de los alimentos ultra-congelados. Pueden permanecer prácticamente inalterables durante mucho tiempo y ser consumidos con tan sólo un sencillo proceso de descongelación. Pero, sin embargo, mucha gente prefiere el alimento “fresco”. Hasta en el precio se nota la diferencia de calidad. Dicen que son más ricos, que tienen más proteínas, que al congelar, aunque sea poco, pierde propiedades. 2.- Puede parecer una frivolidad, pero los cristianos corremos el riesgo de meter en el congelador del corazón todos estos mensajes que vamos escuchando una y otra vez a través del año litúrgico. Y en cada liturgia es como si le diéramos un golpe de microondas y los consumimos. Y al consumirlos mediante este proceso, olvidamos todo su aroma, todo su sabor, toda la potencia de sus propiedades. Corremos el riesgo de acostumbrarnos a escuchar todas estas frases y que no se nos conmueva y se nos estremezca nuestro corazón. Por eso, nos invitamos hoy, en esta liturgia, ayudados por esta Palabra de Dios, a acoger esta Palabra como si fuera la primera vez que la escuchamos, como si fuera, porque lo es, Palabra fresca, dicha hoy para mí, con toda su hondura, con toda su actualidad, con todo el vigor para mi vida. 3.- Y desde ahí, acogemos, por ejemplo el Evangelio: • Comienza con una frase descomunal “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo” Y podemos comenzar preguntándole a Jesús: ¿Cómo te ha amado tu Padre?, ¿Cómo le has conmovido el corazón desde antes de la creación del mundo, hasta tu Gloriosa Resurrección? Es algo que se nos escapa, que no tenemos capacidad para poder comprender, pero el caso es que el Evangelista lo suelta así de golpe: “Así os he amado yo”. Sólo con esta experiencia, podíamos pasar el resto de nuestra vida, felices y gozosos. No hace falta más: sentirnos amados de una manera tan desmesurada, tan honda, tan divina. ... Leer más » |