Las lecturas de hoy son: Lectura de la profecía de Joel 2, 12-18; Segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 20--6, 2; Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18;
La Cuaresma es por excelencia un kairós, un tiempo oportuno, un tiempo intenso, creativo, caluroso, participado, orante, de salvación. Donde cada cristiano se renueva en su vida de gracia, de incorporación a Cristo que muere y resucita. Es un tiempo oportuno para la escucha de la Palabra, para el ayuno, para la oración. Un tiempo para la reflexión personal, para hacer silencio en el corazón y en la vida, un tiempo privilegiado para el encuentro con Dios.
En la primera lectura del Miércoles de Ceniza, el profeta Joel, con una fuerte iluminación poética, llama a la conversión profunda, interior, manifestada externamente en una jornada de ayuno y penitencia para suplicar la compasión divina: “convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro” (Jl 2,12-13). Sabemos que el silencio tiene vida propia, es una realidad que solo puede ser palpada en la noche oscura del alma, una realidad de la que procede todo ser y a la que retornan todas las cosas. Sólo en el silencio puede tener sentido la palabra Dios y la palabra de Dios. Desde el silencio del corazón podemos escuchar la continuación de la profecía de Joel: “… porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente del castigo… (Jl 12, 13)”.
Nos recuerda el evangelio de Mateo: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial” (Mt 6, 1). Jesús nos invita a ir a las profundidades y ser coherentes y sinceros con nosotros mismos, orar desde lo profundo del corazón, ayunar no solo de cosas materiales, también de ciertos males que nos pasan por la cabeza. Dios no nos ha dado palabras en conserva para que las custodiemos, sino palabras vivas para alimentarnos y alimentar a otros (Ch. Péguy)
La conversión es poner a Dios en el centro de la existencia humana, y desde esa realidad actuar en la vida. Esto nos lleva a un cambio, a liberarnos de aquellos pequeños dioses que nos esclavizan y no liberan
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Las lecturas de hoy son: Levítico 13, 1-2. 44-46; Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 31 - 11, 1; Evangelio según Marcos 1, 40-45;
Jesús cura a un leproso. No es un enfermo como los otros que ha curado Jesús. La lepra ha destruido su vida personal y, además, ha destruido su relación social: está condenado a vivir solo, a alejarse y a gritar: “¡Contagiado!, ¡Contagiado”. Si se acercaba a un pueblo era recibido a pedradas. ¡Había que salvaguardar la seguridad de todo el Pueblo!
El leproso se acerca a Jesús. Es interesante su actitud: no acepta su exclusión, desea la curación y le habla a Jesús. ¡Inaudito, estaba prohibido! Jesús no le rechaza, sino que, sintiendo lastima, lo tocó...Jesús va contra la costumbre y contra la Ley. Se arriesga a contaminarse y tener que quedarse en el campo, como un leproso más, sin poder entrar en ningún pueblo.
Este deseo de vivir del leproso es obra de Dios en el corazón humano. Pero la propia existencia del leproso pone en evidencia una realidad terrible: no sólo él está enfermo; toda la sociedad está enferma: la necesidad de seguridad exigía un trato inhumano y cruel con el contagiado. De modo que, cuando Jesús toca al leproso, no solo le cura a él, sino a toda la sociedad.
Ahora apenas hay leprosos en el mundo, pero hay hambre, refugiados, turismo sexual, trata de blancas, niños explotados…MANOS UNIDAS ayuda a curar a los descartados por la pobreza y el hambre y, así, ayuda a curar al mundo. ¿Y yo? ¿Me acercaré a Jesús y le pediré que me cure?
El amor verdadero cura todas las lepras. ¡Feliz Día de los Enamorados!
Antonio Matilla, párroco.
Ilustración: Fano
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Las lecturas de hoy son: Job 7, 1-4. 6-7; Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-19. 22-23; Evangelio según Marcos 1, 29-39;
Las cuatro lecturas de hoy tienen una gran conexión y encierran todas ellas una profunda verdad sobre el misterio de Dios y el misterio del ser humano y cómo cuando el rayo de Dios entra en el corazón de la persona, ésta cambia radicalmente…
Job vive su vida con dramatismo. En el fondo, más allá o más acá de la historicidad del personaje, Job somos todos, en la medida en que somos probados por Dios, en la medida en la que vivimos marcados por la precariedad, el sufrimiento, el infortunio. Esto lo entendemos perfectamente y —si cabe mejor— en un tiempo de pandemia como el que estamos viviendo.
Job es un poderoso símbolo que ilustra el mundo del dolor y de la injusticia.
Job es un personaje que nos ayuda a entrar en uno de los mayores dramas de nuestro tiempo: el mundo de las enfermedades de la tristeza: las depresiones, las crisis de ansiedad, la falta de sentido de la vida, el no saber por qué y para qué me levanto cada día…
Todos conocemos gente que sufre muchísimo estas cosas: personas a las que se les hacen las noches eternas, que dan vueltas y vueltas en la cama y no concilian el sueño… Gente mayor que vive lejos de los hijos; gente joven que no tiene ninguna claridad en su futuro; gente de mediana edad que se encuentra en el paro; gente a los que se le rompe el mundo afectivo y sus proyectos familiares; gente que está vacía aunque externamente tenga todo, o gente que está vacía y no tiene donde hallar un sentido a su existencia. Hace ya más de 30 años, un grupo de música famoso, de Valladolid, Celtas Cortos, ponía en las melodías de la cultura esta realidad:
A veces llega un momento en que te haces viejo de repente.
Sin arrugas en la frente, pero con ganas de morir
Paseando por las calles todo tiene igual color.
Siento que algo echo en falta, no sé si será el amor.
Me despierto por las noches entre una gran confusión
Esta gran melancolía está acabando conmigo
Siento que me vuelvo loco y me sumergo en el alcohol
Las estrellas por la noche han perdido su esplendor
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San Juan Bosco, presbítero, memoria.
Las lecturas de hoy son: Libro del Deuteronomio 18, 15-20; Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 7, 32-35; Evangelio según Marcos 1, 21-28;
La experiencia del encuentro con Dios nos cambia la vida. Pero a veces nos pasa como el pueblo de Israel, que somos un poco novatos en eso del encuentro con Dios y nos asustamos: “No quiero volver a escuchar directamente la voz del Señor, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir”.
Dios les dio la razón, según nos cuenta la primera lectura, y les prometió que enviaría un profeta escogido de entre ellos, como ellos, humano, capaz de sentir, de reír, de conmoverse, de calzarse las sandalias de los pobres e, incluso, de ganarse el pan clavando tablas o currando de aprendiz de pescador.
Tengo la teoría de que Jesús, para hacerse aún más amigo de los pescadores del lago de Galilea, se dejó enseñar a pescar por ellos. Una vez aprendido ese nuevo oficio, Jesús tuvo la suficiente autoridad moral como para encargarles nada menos que ser “pescadores de hombres”. Porque la autoridad de Jesús emanaba del hecho de ser uno más y, con el mismo lenguaje de los pescadores y del pueblo llano, hablar de Dios y conseguir que le entendieran…sin peligro de incendio…ni de muerte.
Bueno, para Jesús sí había peligro de muerte...y de Resurrección (Misterio Pascual actualizado en la Eucaristía). También para los discípulos, que todos, antes que después, darían su vida por Jesús…Pero el miedo y el peligro ya no provenían de Dios, que es Amor, “humano, demasiado humano” -incluso más humano que Nietzsche-, cariñoso con todas sus criaturas…también conmigo…
Antonio Matilla, párroco.
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¡Mantengan firme la Palabra de la Vida! (cf. Fil 2, 16)
Las lecturas de hoy son: Jonás 3, 1-5. 10; Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 7, 29-31; Evangelio según Marcos 1, 14-20;
“La relación entre el Resucitado, la comunidad de creyentes y la Sagrada Escritura es intensamente vital para nuestra identidad“. Si el Señor no nos introduce es imposible comprender en profundidad la Sagrada Escritura, pero lo contrario también es cierto: sin la Sagrada Escritura, los acontecimientos de la misión de Jesús y de su Iglesia en el mundo permanecen indescifrables. San Jerónimo escribió con verdad: “La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo“ (In Is., Prólogo: PL 24,17). Tras la conclusión del ‘Jubileo extraordinario de la misericordia’, pedí que se pensara en “un domingo completamente dedicado a la Palabra de Dios“, para comprender la riqueza inagotable que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo” (Carta ap. “Misericordia et misera”, 7).
Dedicar concretamente un domingo del Año litúrgico a la Palabra de Dios nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable. Actualmente se ha convertido en una práctica común vivir momentos en los que la comunidad cristiana se centra en el gran valor que la Palabra de Dios ocupa en su existencia cotidiana. En las diferentes Iglesias locales hay una gran cantidad de iniciativas que hacen cada vez más accesible la Sagrada Escritura a los creyentes, para que se sientan agradecidos por un don tan grande, con el compromiso de vivirlo cada día y la responsabilidad de testimoniarlo con coherencia. Es bueno que nunca falte en la vida de nuestro pueblo esta relación decisiva con la Palabra viva que el Señor nunca se cansa de dirigir a su Esposa, para que pueda crecer en el amor y en el testimonio de fe.
Así pues, “establezco que el III Domingo del Tiempo
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Las lecturas de hoy son: 1 Samuel 3, 3b-10. 19; Salmo responsorial 39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10; Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 6, 13c-15a. 17-20; Evangelio según San Juan 1, 35-42;
De una o de otra forma, las lecturas de este domingo quieren ponernos delante del acontecimiento del encuentro con el Señor. Cuando Dios se empeña en entrar en la vida de las personas, se hace el encontradizo, se hace presente, toca la curiosidad, suscita el interés...
Hay un proceso interesante e importante en la lectura de Samuel:
Samuel es un muchacho sencillo, ingenuo, ignorante sobre las cosas de Dios, inmaduro... Pero Dios, de manera misteriosa se ha fijado en él y le ha elegido para una misión.
Samuel es un niño avezado en las cosas del templo, pero ignorante en las de Dios. Le han salido los dientes en el templo, pero no sabe desentrañar el lenguaje de Dios. Es el ejemplo de tantos y tantos niños y adolescentes que se han criado siendo monaguillos, seminaristas...
Elí es un sacerdote que ya ha perdido la finura de oído para las cosas de Dios. Se ha hecho un funcionario de tal forma, ha hecho del oficio sacerdotal algo tan externo, tan ritual, tan rutinario... que se ha olvidado de desentrañar la palabra del Señor. Necesita tres veces, para volver a recuperar su cualidad para el discernimiento.
Lo realmente asombroso es que Dios se fije en un muchacho, en un niño frágil, débil, pequeño, con una biografía llena de traumas y desequilibrios. Así es Dios. Y además quiere hacerlo, usando como mediación a un sacerdote anciano, relajado, con poco tacto para las cosas de Dios. Todo ello nos habla de que la primacía de todo la tiene la Gracia.
Vamos a pedir, con ocasión de esta lectura, por todos los niños y adolescentes que de una u otra forma se forman al lado o cerca de la Iglesia. Para que escuchen la llamada persistente del Señor y Dios se sirva de los instrumentos frágiles para hacer de mediación.
El Evangelio nos presenta otro proceso vocacional, con matices muy parecidos.
1.- Primero hay una presentación por alguien que conoce al Señor. En este caso es Juan. Aquí debemos de recordar para agradecer a las personas
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Por Octavio C. Velasco. Profesor de Lengua y Literatura Española en Secundaria.
En tiempos de confinamiento uno se da cuenta de cuánto pierde, de cuánto gana, de cuánto anhela. Sobre todo de cuántas personas, lugares y cosas se echan de menos.
Lo primero es lograr, en lo posible, la salud y la seguridad de los que conviven con uno y las propias. También las de los de al lado, por si nos necesitaran. Así debe ser, por solidaridad.
La previsión es clave en esto, aunque las causas del aislamiento nos sorprendan. La actitud de calma, en la sorpresa, es fundamental para procurar a otros, y procurarse, lo más necesario.
Después, los días pasan y cada uno nos puede traer, como así ha sido, un familiar, un amigo, un conocido que lo está pasando mal o que ha fallecido. Uno se da cuenta de la fragilidad de la vida y se siente inerme. El siguiente puedes ser tú, a pesar de todas las previsiones. Ahí, dependiendo de la gravedad, el miedo te araña. Aquel o aquellos que tienen fe están de enhorabuena, bien para encomendarlos, o para encomendarnos, a Dios y a las manos de los sanitarios, sobre todo. A aquel o a aquellos que no, les toca confiar en una buena gestión humana, que no es poco.
Tantas situaciones, dificultades, dolor, muerte, también alegrías, como personas superaban o no la enfermedad.
En ese tiempo trabajas, si es el caso, ves películas, haces comidas, recoges, limpias, vas a la compra… Y, sobre todo, sueñas… y aún te sorprende el tiempo libre. Sueñas con la libertad y anhelas salir al campo, a la naturaleza… Parece que la abrazas por momentos.
En esos días el aplauso a los sanitarios, a las ocho de la tarde, nos ha unido y ha sido hasta necesario.
Solidaridad. Lo hemos necesitado y lo necesitamos –además de las normas de higiene, entre otras medidas. Quizá lo necesitaríamos siempre, para estar unidos en algo más como ciudadanos. O un acto similar, aunque hubiera que acordar algún día a la semana u otra hora, tal vez.
Se ha necesitado tener un gesto común, para andar juntos durante el aislamiento. Se trascendía a sí mismo, por la confluencia con las d
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Reflexión por Mamen Rivas Vivens Pastoral Social. Grupo Reminiscencia.
“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre”. Estas son las palabras que recoge el Evangelio de Juan para celebrar el día de la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
Jesús nos sorprende a todos con estas palabras que anuncian la salvación eterna, pero lo hace preocupándose por el hambre de los hambrientos y por la salud de los enfermos y por el dolor de todos los dolientes del mundo.
Cuando Jesús nos invita a comer y a beber de su cuerpo y su sangre nos está asociando al proyecto humanizador del Padre. Con este banquete caemos en la cuenta que seguir a Jesús en cuerpo y alma supone identificarnos con el proyecto del Reino de Dios. Buscar el Reino de Dios y su justicia supone: curar y aliviar las heridas y los sufrimientos de la sociedad, del hermano. Acercarse a los más pobres y olvidados. Trabajar por una sociedad más hospitalaria.
Las lecturas del Domingo de Corpus Christi nos sugieren dos actitudes a considerar. Una; los seguidores de Jesús hemos de vivir aprendiendo de su espíritu profético que consiste en una forma de vivir la realidad a la luz de la compasión de Dios y de su anhelo de justicia. Dos; despertar en nuestras comunidades la indignación profética ante el clamor de las víctimas y de tantos empobrecidos. En el día del Cuerpo de Cristo los seguidores de Jesús debemos ser, como dice el poeta: "Voz de los que no tienen voz y contra los que tienen demasiada voz” (Jon Sobrino)
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Reflexión por Francisco José Jaspe Anido. Representante de Fe y Arte en el Consejo Pastoral.
Solemnidad de la Santísima Trinidad
Celebramos este domingo una gran solemnidad, pues es la conmemoración sobre quién es Dios, y uno de los misterios más profundos de nuestra Fe: “Un solo Dios y Trino.”¿No nos enseñaron de niños que Dios es: “Tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y un solo Dios verdadero?”
Y Dios es Padre, pero un padre que lo da todo, lo perdona todo, lo olvida todo… Así se presenta a Moisés cuando se le revela en lo alto de la montaña del Sinaí proclamando: "¡Yahvé, Yahvé!, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.” Porque Dios nos eligió como pueblo suyo, como hijos suyos, y siempre estará dispuesto a perdonarnos, incluso cuando su amor no es correspondido pecando. Un padre siempre está con nosotros cogiéndonos de la mano y levantándonos.
Y Dios es Hijo, pues por amor a nosotros entregó para el sacrificio pascual a su Unigénito, para que con su sangre lavará nuestros pecados, y creyendo, en su palabra, en su Evangelio, nos salváramos, porque, como el propio Jesucristo nos dijo: “No he venido a condenar a este mundo, sino a salvarlo.”
Y Dios es Espíritu Santo, que nos ilumina y guía, que nos da fuerzas para lograr la Salvación Prometida.
Hoy, unidos a todos los santos y a todos los cristianos, os deseamos, como San Pablo: “La Gracia del Señor Jesucristo, el Amor de Dios y la Comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos vosotros.”
Imagen: La Santísima Trinidad, icono de Andréi Rubliov. S.XV. Galería Tretiakov, Moscú.
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Reflexión por Consolación Montes. Grupos de Biblia.
Id y haced discípulos de todos los pueblos.
La Ascensión del Señor al Cielo constituye el fin de la peregrinación terrena de Cristo. Es punto de partida para comenzar a ser testigos y anunciadores de Cristo. El Señor Glorificado continua presente en el mundo por medio de la Palabra proclamada, la Iglesia reunida en oración, los signos sacramentales, la acción de los que creen en sus palabras, cumpliendo así Su promesa de que estaría con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos. El mandato de Jesús es claro: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
Por nuestro Bautismo, Sacramentos y Eucaristía, donde los cristianos tenemos que hacer presente a Cristo, en medio de tantas dificultades y necesidades. Con la Ascensión del Señor, el camino está abierto y nosotros los cristianos estamos invitados a recorrer el camino. Comunicar con esperanza en tiempos de pandemia, tiempos de solidaridad, compartir, ayudar.
Después de la Ascensión del Señor a los Cielos puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la Evangelización. Que nos llama a compartir el dolor y acompañamiento de nuestros hermanos.
La misión nace del encuentro con el Resucitado, sin esta vivencia el programa misionero se vacía de sentido.
Sus palabras en las lecturas de hoy nos invitan a meditar sobre el encargo misionero con el que Jesús se despide de sus discípulos.
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