Testimonio de Fátima Martín Sánchez, participante durante muchos años de los grupos de Biblia, y además de dos peregrinaciones organizadas por estos grupos.
Me siento privilegiada porque he tenido la oportunidad de realizar dos peregrinaciones con mi grupo de Biblia de la parroquia de La Purísima. Y aunque no soy partidaria de expresar mis sentimientos, no obstante, accedo a la petición que se me hace ante la insistencia y la importancia que supone comunicar mis vivencias para la persona que me lo pide.
Siempre tuve la ilusión de peregrinar a Tierra Santa y a Turquía. Sí, de peregrinar, de ponerme en camino hacia estos lugares santos pero no para quedarme en el plano del mero turista, ávido de conocer los testimonios de un pasado histórico marcado por la impronta del Islam, como ocurre en Turquía, sino para hacerlo imbuída del espíritu de una peregrinación cristiana. Es más fácil quedarse en el plano meramente material; sin embargo, yo quería transcender este nivel e ir al encuentro de Otro, es decir, encontrarme con Dios. Deseaba disponer de unos días para realizar un ejercicio de instrospección, romper con la rutina cotidiana, encontrarme conmigo misma para descubrir mis miserias y ver, de cara al futuro, qué posibilidades tenía de intensificar mi relación con el Señor.
Como los discípulos de Juan Bautista, deseaba ir a Tierra Santa “tras los pasos de Jesús”, recorrer los caminos polvorientos que Él pisó para saber más sobre el Señor, para comprender mejor el misterio de Dios que se hace presente en nuestra historia a través de Él y para amarle más y seguirle más de cerca.
Como los israelitas, quería subir al monte Sión y, haciéndome eco de las palabras de Isaías (2,1-3) anhelaba peregrinar al Templo de Jerusalén: llegará un día en que el monte del Señor, en Jerusalén, se convertirá en punto de encuentro no sólo de los israelitas, sino también de todos los pueblos de la tierra…. Hoy día, cristianos, musulmanes y judíos de todo el orbe siguen subiendo a Jerusalén, ciudad santa para las tres religiones en busca de una vivencia religiosa. En mi peregrinar a Jerusalén no buscaba ver piedras sino estar atenta a los caminos que pudiese enseñarme el Señor para seguir sus sendas.
Respecto a Turquía, detrás de unos mo
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