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Reflexión por Mamen Rivas Vivens Pastoral Social. Grupo Reminiscencia.

 

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre”. Estas son las palabras que recoge el Evangelio de Juan para celebrar el día de la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

 

Jesús nos sorprende a todos con estas palabras que anuncian la salvación eterna, pero lo hace preocupándose por el hambre de los hambrientos y por la salud de los enfermos y por el dolor de todos los dolientes del mundo.

Cuando Jesús nos invita a comer y a beber de su cuerpo y su sangre nos está asociando al proyecto humanizador del Padre. Con este banquete caemos en la cuenta que seguir a Jesús en cuerpo y alma supone identificarnos con el proyecto del Reino de Dios. Buscar el Reino de Dios y su justicia supone: curar y aliviar las heridas y los sufrimientos de la sociedad, del hermano. Acercarse a los más pobres y olvidados. Trabajar por una sociedad más hospitalaria.

Las lecturas del Domingo de Corpus Christi nos sugieren dos actitudes a considerar. Una; los seguidores de Jesús hemos de vivir aprendiendo de su espíritu profético que consiste en una forma de vivir la realidad a la luz de la compasión de Dios y de su anhelo de justicia. Dos; despertar en nuestras comunidades la indignación profética ante el clamor de las víctimas y de tantos empobrecidos. En el día del Cuerpo de Cristo los seguidores de Jesús debemos ser, como dice el poeta: "Voz de los que no tienen voz y contra los que tienen demasiada voz” (Jon Sobrino)

Categoría: Reflexiones y entrevistas | Vistas: 692 | Agregado por: AdminUPCH | Fecha: 14-Jun-2020 | Comentarios (0)