Reflexión por Francisco José Jaspe Anido. Representante de Fe y Arte en el Consejo Pastoral.
Solemnidad de la Santísima Trinidad
Celebramos este domingo una gran solemnidad, pues es la conmemoración sobre quién es Dios, y uno de los misterios más profundos de nuestra Fe: “Un solo Dios y Trino.”¿No nos enseñaron de niños que Dios es: “Tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y un solo Dios verdadero?”
Y Dios es Padre, pero un padre que lo da todo, lo perdona todo, lo olvida todo… Así se presenta a Moisés cuando se le revela en lo alto de la montaña del Sinaí proclamando: "¡Yahvé, Yahvé!, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.” Porque Dios nos eligió como pueblo suyo, como hijos suyos, y siempre estará dispuesto a perdonarnos, incluso cuando su amor no es correspondido pecando. Un padre siempre está con nosotros cogiéndonos de la mano y levantándonos.
Y Dios es Hijo, pues por amor a nosotros entregó para el sacrificio pascual a su Unigénito, para que con su sangre lavará nuestros pecados, y creyendo, en su palabra, en su Evangelio, nos salváramos, porque, como el propio Jesucristo nos dijo: “No he venido a condenar a este mundo, sino a salvarlo.”
Y Dios es Espíritu Santo, que nos ilumina y guía, que nos da fuerzas para lograr la Salvación Prometida.
Hoy, unidos a todos los santos y a todos los cristianos, os deseamos, como San Pablo: “La Gracia del Señor Jesucristo, el Amor de Dios y la Comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos vosotros.”
Imagen: La Santísima Trinidad, icono de Andréi Rubliov. S.XV. Galería Tretiakov, Moscú.