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Primera lectura Hechos 9:26-31;

Los cristianos de Jerusalén, escarmentados, no se fían de Pablo, que hasta hace poco les había perseguido. Pero el Espíritu Santo actúa por medio de la bondad de Bernabé y del arrepentimiento de Pablo y los cristianos vuelven a fiarse. La prudencia no es incompatible con la fe y, ante la oposición de los griegos, la comunidad envía a Pablo a su casa, a Tarso. Tiempo tendrá de volver y de evangelizar todo el Oriente.

Segunda lectura: 1 Juan 3:18-24;

Mientras tanto, el Amor de Dios, savia que mueve el corazón de la comunidad, se hace práctico y llega a todos los hermanos y a los pobres. Porque el amor de Dios no es filantropía, no es amor genérico a la Humanidad, sino al prójimo más próximo, al pobre, al enemigo, porque Dios manda la lluvia fina de su Palabra, Cristo, para todos, para cada uno, para mí. También para los malienses amenazados de deportación.

Evangelio según san Juan 15:1-8;

El amor de Dios, circulando como savia desde la cepa, Jesús, da fruto también en la comunidad, en los discípulos que están unidos a Jesús. Del fruto que demos los que formamos el Nuevo Israel, la Iglesia, comerán los desvalidos hasta saciarse, hemos rezado en el Salmo. Nuestras raíces puestas en Jesús darán el mejor fruto; cuanto más nos dejamos modelar por el Evangelio, más unimos el amor a Dios y a los demás. Porque durante este tiempo pascual no se trata solo de contemplar a Cristo resucitado, sino de vivir también nosotros como resucitados en Cristo.

Y hablando de contemplar: caigamos en la cuenta de que las madres han dejado circular por sus venas el amor, sin descanso, incluso dormidas. ¡Feliz día de la Madre!

Antonio Matilla, párroco

Categoría: Reflexiones y entrevistas | Vistas: 548 | Agregado por: AdminUPCH | Fecha: 02-May-2021 | Comentarios (0)