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San Juan Bosco, presbítero, memoria.

Las lecturas de hoy son: Libro del Deuteronomio 18, 15-20; Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 7, 32-35; Evangelio según Marcos 1, 21-28;

 

La experiencia del encuentro con Dios nos cambia la vida. Pero a veces nos pasa como el pueblo de Israel, que somos un poco novatos en eso del encuentro con Dios y nos asustamos: “No quiero volver a escuchar directamente la voz del Señor, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir”.

Dios les dio la razón, según nos cuenta la primera lectura, y les prometió que enviaría un profeta escogido de entre ellos, como ellos, humano, capaz de sentir, de reír, de conmoverse, de calzarse las sandalias de los pobres e, incluso, de ganarse el pan clavando tablas o currando de aprendiz de pescador.

Tengo la teoría de que Jesús, para hacerse aún más amigo de los pescadores del lago de Galilea, se dejó enseñar a pescar por ellos. Una vez aprendido ese nuevo oficio, Jesús tuvo la suficiente autoridad moral como para encargarles nada menos que ser “pescadores de hombres”. Porque la autoridad de Jesús emanaba del hecho de ser uno más y, con el mismo lenguaje de los pescadores y del pueblo llano, hablar de Dios y conseguir que le entendieran…sin peligro de incendio…ni de muerte.

Bueno, para Jesús sí había peligro de muerte...y de Resurrección (Misterio Pascual actualizado en la Eucaristía). También para los discípulos, que todos, antes que después, darían su vida por Jesús…Pero el miedo y el peligro ya no provenían de Dios, que es Amor, “humano, demasiado humano” -incluso más humano que Nietzsche-, cariñoso con todas sus criaturas…también conmigo…

 

 

Antonio Matilla, párroco.

Categoría: Reflexiones y entrevistas | Vistas: 524 | Agregado por: AdminUPCH | Fecha: 31-Ene-2021 | Comentarios (0)