Las lecturas de hoy son: Hechos 10, 25-26, 34-35, 44-48;1 Juan 4, 7-10; Evangelio según san Juan 15, 9-17;
Me voy a meter en un jardín. Disculpen de antemano la falta de rigor y las posibles inexactitudes de mi ejemplo:
1.- Todos conocemos las bondades de los alimentos ultra-congelados. Pueden permanecer prácticamente inalterables durante mucho tiempo y ser consumidos con tan sólo un sencillo proceso de descongelación. Pero, sin embargo, mucha gente prefiere el alimento “fresco”. Hasta en el precio se nota la diferencia de calidad. Dicen que son más ricos, que tienen más proteínas, que al congelar, aunque sea poco, pierde propiedades.
2.- Puede parecer una frivolidad, pero los cristianos corremos el riesgo de meter en el congelador del corazón todos estos mensajes que vamos escuchando una y otra vez a través del año litúrgico. Y en cada liturgia es como si le diéramos un golpe de microondas y los consumimos. Y al consumirlos mediante este proceso, olvidamos todo su aroma, todo su sabor, toda la potencia de sus propiedades. Corremos el riesgo de acostumbrarnos a escuchar todas estas frases y que no se nos conmueva y se nos estremezca nuestro corazón. Por eso, nos invitamos hoy, en esta liturgia, ayudados por esta Palabra de Dios, a acoger esta Palabra como si fuera la primera vez que la escuchamos, como si fuera, porque lo es, Palabra fresca, dicha hoy para mí, con toda su hondura, con toda su actualidad, con todo el vigor para mi vida.
3.- Y desde ahí, acogemos, por ejemplo el Evangelio:
• Comienza con una frase descomunal “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo” Y podemos comenzar preguntándole a Jesús: ¿Cómo te ha amado tu Padre?, ¿Cómo le has conmovido el corazón desde antes de la creación del mundo, hasta tu Gloriosa Resurrección? Es algo que se nos escapa, que no tenemos capacidad para poder comprender, pero el caso es que el Evangelista lo suelta así de golpe: “Así os he amado yo”. Sólo con esta experiencia, podíamos pasar el resto de nuestra vida, felices y gozosos. No hace falta más: sentirnos amados de una manera tan desmesurada, tan honda, tan divina.
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