Por Policarpo Díaz Díaz
Parte 8 de 10
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Octavo regalo: el deseo de erradicar los abusos sexuales, de poder y de conciencia en la Iglesia
Siguiendo la senda abierta por Benedicto XVI y en la que ha tenido que intervenir -de
palabra, de obra y de gestos- con tanta radicalidad y contundencia. Por ejemplo, convocó a todos
los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo y a todos los superiores de
congregaciones religiosas masculinas y femeninas, a una cumbre monográfica (e inédita) sobre
este tema en el Vaticano en el año 2019; para ello, también, ha reformado algunas partes del
Código de Derecho Canónico (Pascite gregem Dei, sobre la reforma del libro VI del Códido de
Derecho Canónico (2021) y la Carta apostólica en forma motu Proprio “Recognitum Librul VI con
el que se modifica el can. 695 § 1 del Código de Derecho Canónico (2022), para evitar cualquier
tipo de encubrimiento o rebaja de la pena; para ello ha escuchado a víctimas, ha contestado
personalmente a cartas y a llamadas de teléfono con víctimas; ha tomado medidas disciplinares
ejemplares como la supresión de una Conferencia Episcopal entera (en Chile), o el apartamiento
a cardenales y obispos cuya praxis no haya sido clara tanto en el capítulo de abusos directos,
como en posibles actitudes de silencio o encubrimiento.
En este sentido, con el documento "Vos estis lux mundi" (2019) establece nuevos
procedimientos para denunciar el acoso y la violencia, y asegurar que los obispos y los superiores
religiosos sean responsables de sus acciones. Establece la obligación para los clérigos y
religiosos de denunciar los abusos. Cada diócesis deberá tener un sistema que sea fácilmente
accesible al público para recibir informes.